A las pocas semanas de iniciado el conflicto, Humala declaró enfáticamente: “Conga Va”, provocando la cólera de la población que había alentado la esperanza de que el Presidente recordaría su compromiso electoral de “defender el agua antes que el oro”. La protesta popular consiguió la suspensión del proyecto, luego de lo cual vino el cese del gabinete Lerner, dando paso al del coronel Valdés quien se ganó el puesto promoviendo el Estado de Emergencia.
La huelga fue suspendida pero el gobierno ensayó diversas formas de represión, como la detención arbitraria de varios dirigentes del movimiento que realizaban gestiones en Lima, y el inusitado bloqueo de las cuentas del Gobierno Regional.
El precio del gravamen minero
El Presidente se encuentra empeñado en sacar adelante el proyecto, primero por el compromiso asumido en la negociación del gravamen minero, aquella salida muy barata frente a las sobre ganancias, y en segundo lugar porque el gobierno ha enganchado a ese gravamen el financiamiento de sus raquíticos programas de “inclusión social”. En realidad, esto no se diferencia cualitativamente del discurso de García sobre el “perro del hortelano”; este modelo no trae inclusión sino más riqueza para unos cuantos y destrucción del medio ambiente, y sobreexplotación de los trabajadores.
Como parte de su nueva estrategia el gobierno nombró como Ministro del Ambiente a otro personaje con vínculos inocultables con la minera (solo días antes venía postulando a ocupar un cargo en Yanacocha), y convocó un “peritaje internacional” para tratar de legitimar el proyecto, mientras ofrece un millonario plan de inversiones en Cajamarca que disuada a la población de su empeño por impedir el proyecto, pasando por encima del Gobierno Regional que es el que debería ejecutar dicho plan.
No obstante, el proyecto es inviable ambientalmente. Las “falencias” del estudio de impacto ambiental, aprobado en el Ministerio de Energía y Minas nada menos que por un ex funcionario de Yanacocha, fueron reveladas en un informe del Ministerio del Ambiente durante el mismo conflicto y fueron una de las razones que causaron la caída del gabinete Lerner; dicho informe considera que los impactos ambientales no habían sido evaluados en su exacta dimensión por la magnitud del proyecto, su ubicación en cabecera de cuenca y la fragilidad del ecosistema; además, el proyecto consigna que un reservorio artificial que no cumple las mismas funciones de una laguna natural, ni tampoco se ha estimado el volumen de agua que se pierde al desaparecer los bofedales (humedales de altura). Un informe lapidario elaborado en la entraña del propio gobierno.
En un encuentro Científico realizado en Lima, el Dr. Wilfredo Palomino, especialista en minería e impacto ambiental, sostuvo enfáticamente que en Estados Unidos no sería posible llevar a cabo un proyecto como Conga, ”porque los relaves se filtran de todas maneras, ya que el 90% de deshechos son elementos químicos, como el cianuro, que se utilizan para separar los minerales y poco a poco hacen huecos en las plataformas construidas para contener dichos relaves; y a través de estos huecos se filtran y contaminan las aguas subterráneas que sirven para el consumo de los seres vivos; ocasionando daños irreversibles”.
A pesar de las evidencias el presidente Humala declaró en su reciente gira “no vamos a abortar una criatura de seis meses y haremos todo lo posible por arreglar los cuestionamientos para que salga bien”. En la misma línea, Valdés ha salido a decir que si Conga No Va, recaerá sobre el país una multimillonaria multa imposible de pagar. Denunciado internacionalmente por su inviabilidad jurídica y medioambiental, y la forma fraudulenta como fue cocinado, sería un escándalo más que caiga sobre el país una denuncia o una multa impagable.
Para el gobierno solo cuenta la decisión de la empresa y no el rechazo de la población que defiende el agua y el medio ambiente. El citado Dr. Palomino afirmó también que en el país del norte existen leyes de consulta que permiten que los pueblos minoritarios aprueben o desaprueben las actividades mineras en sus territorios; es decir, el pueblo otorga la “licencia social”, el gobierno federal la respalda y el gobierno nacional la respeta”. Sin embargo, a nuestro país se lo trata como “patio trasero” y se pretende imponerle el proyecto a la población y a sus propias autoridades, e incluso pasando por encima de una Ordenanza del Gobierno Regional (Nº 036-2011) que declaró inviable dicho proyecto. Nuevamente estamos ante la política del “perro del hortelano” defendida por García y que llevó al fatídico “Baguazo”.
No bastan razones…
Para el gobierno no vale la razón sino solo su decisión de llevar adelante el proyecto. Por eso a la razón que exhiben los que dicen NO A CONGA es necesario sumarle la fuerza y la unidad de todo el pueblo y la clase trabajadora para derrotar la maquinaria represiva que prepara el gobierno. Así como el este convoca a un amplio frente patronal para imponer el proyecto, los que se oponen al proyecto están en la necesidad de articular un frente único de todas las organizaciones obreras, campesinas, estudiantiles y populares, para derrotar este plan del gobierno y hacer respetar la voluntad del pueblo cajamarquino.
El triunfo del No a Conga, sin lugar a dudas, abrirá el camino para que la lucha de diversos sectores, dirigidas muchas de ellas contra otros proyectos mineros, también encuentren un camino de solución.
El cuento de la prosperidad minera
El pueblo de Cajamarca vivió en carne propia el verdadero impacto de 19 años de la Minera Yanacocha: 40% de valle ha desaparecido, hay racionamiento de agua porque se han secado varias lagunas, crece la prostitución, campea la delincuencia. La mina se construyó destruyendo una laguna del mismo nombre.
Por otro lado, el 59% de la región Cajamarca no tiene luz eléctrica, 26% está sin agua, 38% sufre de desnutrición (todos datos de Foncodes).
En contraste con las ingentes riquezas que extrajo la minera y que la llevó a convertirse en una de las más importantes del mundo, quedan los ríos contaminados y desastres como el de Choropampa, donde un derrame de mercurio trajo muerte y enfermedades en la humilde población campesina.
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