Ese poder, hegemonizado por las multinacionales, ha demostrado su capacidad de provocar “grandes transformaciones” en los presidentes surgidos del voto popular, y Ollanta Humala no ha sido una excepción. Es en verdad ese poder quien dicta qué se hace y qué no se hace en este país. Como uno de los tentáculos del imperialismo es responsable de la crisis económica mundial y del hundimiento de países no hace mucho considerado “joyas de prosperidad” como España y Portugal y otros que siguen en la cola. En la actualidad, a falta de esas opciones, el Perú y su extraordinaria riqueza han incrementado su atractivo como objeto de expoliación.
La razón es que, en pleno proceso de crisis económica mundial que hoy muestra un recrudecimiento con centro en Europa, continúan las sobre ganancias mineras y la rentabilidad de las grandes concesiones y megaproyectos de infraestructura. No es pues el Perú quien escoge quién viene o quién no viene, son las multinacionales quienes han escogido tomar posesión de nuestro país y exprimir su riqueza al máximo.
No una sino muchas Congas
La decisión de iniciar el proyecto Conga la tomó la multinacional Neumont, y consiguió el aval del gobierno a pesar de no tener un estudio de impacto ambiental aceptable ni la licencia social. Ahora, la agremiación patronal CONFIEP, actuando en representación de los intereses de las multinacionales, hace una campaña exigiendo al gobierno que se destraben numerosos proyectos de inversión, como Tía María en minería e Inambari en megaproyectos de infraestructura que, dice, “están sufriendo considerables retrasos o están paralizados”.
Está claro, pues, que la patronal quiere no una sino muchas Congas, con amañados estudios de impacto ambiental y sin licencia social, y arrasando las condiciones de vida de importantes poblaciones nacionales.
Candado a los contratos laborales
Ollanta Humala comprometió en Madrid y Davos el liberalismo de los contratos laborales y la fijación de los salarios, cuyo producto “cholo barato” es un verdadero paraíso para los capitalistas. Con ese compromiso, ¿trabajará el presidente nacionalista por derogar los diversos contratos precarios? Por supuesto que no. Al contrario, el presidente nacionalista, como nuevo sirviente del amo imperial y del plan neoliberal, ha optado por proteger los intereses de las multinacionales y las grandes empresas continuando las condiciones de súper-explotación de los trabajadores.
Como se ve, lo que se presenta como una bonanza para todo el país es solamente la bonanza de unos cuantos y eso explica las heroicas luchas de resistencia.
El contexto de la crisis
El servilismo que muestra Ollanta Humala por los intereses del gran capital y el plan neoliberal, se ve alimentado hoy por el retorno de la crisis internacional. Europa está en recesión y amenaza al mundo a un nuevo declive económico. La jefa del FMI dice: “Lo que he visto y lo que ha visto el FMI en estadísticas y pronósticos, es que ningún país es inmune…”.
Las exportaciones peruanas al viejo continente han comenzado a caer, y mientras el gobierno proyecta un crecimiento del PBI de 5% para este año, que ya sería una desaceleración, otras proyecciones hablan de 3%, y puede ser menos si la crisis se profundiza.
En esta línea Humala viajó a España para participar en el “Foro Inversiones en el Perú”, y de ahí a la conferencia de Davos, nada menos que para “vender al Perú” tal como lo hicieron todos los que lo antecedieron en Palacio. El presidente de la CONFIEP, Alfonso García Miró, dijo “que el modelo económico peruano es considerado un caso de éxito en Europa”; resulta que ahí se ha desatado una verdadera guerra social contra los trabajadores europeos para colocarlos, precisamente, al nivel de pobreza en que están los trabajadores peruanos.
Ante esto el gobierno aplica un agresivo plan de concesiones, privatizaciones y proyecta ajustes en la política económica (alza de impuestos como el IGV, menor gasto fiscal en educación y salud).
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