martes, 7 de febrero de 2012

EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA PARA LOS TRABAJADORES

Una de las tantas cargas pesadas que los trabajadores debemos cargar cuesta arriba es la carencia de un techo, de un terreno, o una casa digna donde brindar cobijo a nuestras familias por lo que nos vemos expuestos a humillantes condiciones de vida, a las que el sistema nos empuja todos los días.

No existe país en el mundo donde este mal haya sido erradicado -y no se erradicará jamás bajo el capitalismo- en algunos la proporción es mayor o menor pero el mal persiste y los únicos que lo padecen somos los trabajadores, los campesinos pobres, los migrantes y los postergados que somos siempre una mayoría. Las villas miseria en Buenos Aires, las Favelas en Río de Janeiro y las miles de casas que cuelgan en las periferias de Bogotá, las miles de esteras que cada día se levantan junto a invasiones en Lima, Quito, Caracas o las capitales de los países centroamericanos. En el último terremoto de Haití (Puerto Príncipe) ni una sola casa de los sectores populares y obreros quedo en pie, cosa que no sucedió con las zonas residenciales, exactamente lo mismo que sucedió en Perú (Pisco) hace un par de años. Hace unas semanas se ejecutó uno de los desalojos más brutales del continente (en São José dos Campos, Brasil, 97 km de San Pablo) contra una de las ocupaciones urbanas más grandes de América Latina en Pinheirinho, ataque hecho por aire y tierra donde participó la policía militar brasileña, dejando sin techo a más de 10 000 personas de los cuales 2600 son niños y niñas, un operativo de guerra contra humildes familias trabajadoras sin techo.

La constitución fujimorista de 1993 no reconoce el derecho a una vivienda decorosa como un derecho fundamental de la persona (derecho que sí se consideraba la constitución de 1979) por ello en las zonas rurales del país, hay un déficit de 650 mil casas, comparado con el déficit en la parte urbana que es más de 1,200 millones. Siendo estas, cifras oficiales, podemos decir que en realidad el déficit es mucho mayor.

La burguesía y sectores pequeñoburgueses se escandalizan y ponen el grito en el cielo por la inseguridad ciudadana y no quieren ver que la vivienda tan precaria y periférica sumada a los salarios miserables, sin derechos laborales y las más precarias condiciones de trabajo son las que van generando condiciones propicias para la delincuencia, la marginalidad y la exclusión, además, es muy notoria la influencia de la mala vivienda en la salud mental de las personas.

Imaginemos la necesidad de vivienda que existe en Lima, y en otras grandes ciudades del país, para llegar al extremo que una persona pueda aceptar la indignidad de convivir con toda su familia en una habitación de 10 o 15 m2, sin espacio, sin ventilación, sin privacidad, con falta de sanidad y de cualquier otro elemento que justifique una mínima calidad de vida.

A nadie le gusta invadir, ni pagar un cupo por acceder al asentamiento humano ni vivir en situaciones de absoluta precariedad por ello si los pobladores advierten que no hay salida a su necesidad de contar con un lote de terreno formal, entonces se empujan a la invasión. La misma existencia de los traficantes de tierra se explica porque hay gente que no tiene un pedazo de esta para poder vivir o ver hecho realidad su sueño de la casa propia. Los propietarios de grandes extensiones de terreno (normalmente hijos de ex hacendados) ofrecen sus tierras a altas sumas o en todo caso las dejan inhabitadas por muchos años esperando el mejor momento para especular con su precio y aprovecharse de la necesidad de los obreros, trabajadores, migrantes, etc.

Con los actuales salarios miserables como el mínimo vital (S/ 675.00 nuevos soles) una familia obrera o trabajadora sin casa jamás podrá comprar un terreno y menos una casa, en conclusión, ese 10% de la población peruana está condenada a una existencia sumamente precaria y las que ya avanzaron con una invasión (6% de la población peruana) se ven obligadas a entrar en las fauces de las financieras e inmobiliarias.

Las invasiones u ocupaciones agitan los temores de los burgueses, quienes ven realizarse una de sus pesadillas: que un buen día los “cholos” levantaran chozas en sus barrios, cerca de sus mansiones o, peor, que directamente se tomaran sus propiedades. Un acto de justicia histórica.

Las luchas por una vivienda están directamente relacionadas con el florecer del proletariado peruano, por eso es importante que esta sea una razón más por la cual los trabajadores y pobres nos unamos y ganemos nuestro derecho a una vivienda digna.

Sólo la máxima unidad de la clase trabajadora en su lucha por construir sus organizaciones propias y un gobierno de los trabajadores y explotados de este país es garantía, porque ningún gobierno burgués (cómo el actual de Ollanta Humala) resolverá los problemas de los trabajadores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario