lunes, 27 de febrero de 2012

¿BONANZA DE INVERSIONES O SAQUEO? Imperialismo en crisis, aumenta su avaricia por el Perú

Los discursos de Ollanta Hu­mala en Madrid y Davos, descri­biendo al país como paraíso para las inversiones, y asegurando la absoluta libertad para la entrada y salida de capitales y la contra­tación laboral, muestran un li­breto archiconocido que directa­mente nos proyecta al libretista: ese poder económico, político y social construido en más de dos décadas de aplicación del plan neoliberal y sus consabidas “re­formas”.

Ese poder, hegemonizado por las multinacionales, ha demos­trado su capacidad de provocar “grandes transformaciones” en los presidentes surgidos del voto popular, y Ollanta Humala no ha sido una excepción. Es en verdad ese poder quien dicta qué se hace y qué no se hace en este país. Como uno de los tentáculos del imperialismo es responsable de la crisis econó­mica mundial y del hundimien­to de países no hace mucho considerado “joyas de prosperi­dad” como España y Portugal y otros que siguen en la cola. En la actualidad, a falta de esas op­ciones, el Perú y su extraor­dinaria riqueza han in­crementado su atractivo como objeto de expoliación.

La razón es que, en pleno pro­ceso de crisis económica mundial que hoy muestra un recrudeci­miento con centro en Europa, continúan las sobre ganancias mineras y la rentabilidad de las grandes concesiones y megapro­yectos de infraestructura. No es pues el Perú quien escoge quién viene o quién no viene, son las multinacionales quienes han es­cogido tomar posesión de nues­tro país y exprimir su riqueza al máximo.

No una sino muchas Congas

La decisión de iniciar el proyec­to Conga la tomó la multinacio­nal Neumont, y consiguió el aval del gobierno a pesar de no tener un estudio de impacto ambien­tal aceptable ni la licencia social. Ahora, la agremiación patronal CONFIEP, actuando en repre­sentación de los intereses de las multinacionales, hace una cam­paña exigiendo al gobierno que se destraben numerosos pro­yectos de inversión, como Tía María en minería e Inambari en megaproyectos de infraestruc­tura que, dice, “están sufriendo considerables retrasos o están paralizados”.

Está claro, pues, que la patronal quiere no una sino muchas Con­gas, con amañados estudios de impacto ambiental y sin licencia social, y arrasando las condicio­nes de vida de importantes po­blaciones nacionales.

Candado a los contratos laborales

Ollanta Humala comprome­tió en Madrid y Davos el libera­lismo de los contratos labora­les y la fijación de los salarios, cuyo producto “cholo barato” es un verdadero paraíso para los capitalistas. Con ese com­promiso, ¿trabajará el presiden­te nacionalista por derogar los diversos contratos precarios? Por supuesto que no. Al contra­rio, el presidente nacionalista, como nuevo sirviente del amo imperial y del plan neoliberal, ha optado por proteger los in­tereses de las multinacionales y las grandes empresas con­tinuando las condiciones de súper-explotación de los traba­jadores.

Como se ve, lo que se presenta como una bonanza para todo el país es solamente la bonanza de unos cuantos y eso explica las he­roicas luchas de resistencia.

El contexto de la crisis

El servilismo que mues­tra Ollanta Humala por los intereses del gran capital y el plan neoliberal, se ve ali­mentado hoy por el retorno de la crisis internacional. Europa está en recesión y amenaza al mundo a un nuevo declive económico. La jefa del FMI dice: “Lo que he visto y lo que ha visto el FMI en estadísticas y pro­nósticos, es que ningún país es inmune…”.

Las exportaciones perua­nas al viejo continente han comenzado a caer, y mien­tras el gobierno proyecta un crecimiento del PBI de 5% para este año, que ya sería una desaceleración, otras proyecciones hablan de 3%, y puede ser menos si la crisis se profundiza.

En esta línea Humala via­jó a España para participar en el “Foro Inversiones en el Perú”, y de ahí a la con­ferencia de Davos, nada menos que para “vender al Perú” tal como lo hicieron todos los que lo antecedie­ron en Palacio. El presiden­te de la CONFIEP, Alfonso García Miró, dijo “que el modelo económico perua­no es considerado un caso de éxito en Europa”; resul­ta que ahí se ha desatado una verdadera guerra so­cial contra los trabajadores europeos para colocarlos, precisamente, al nivel de pobreza en que están los trabajadores peruanos.

Ante esto el gobierno aplica un agresivo plan de concesiones, privatizacio­nes y proyecta ajustes en la política económica (alza de impuestos como el IGV, menor gasto fiscal en edu­cación y salud).

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