Desde
la década de los 90s se impone un nuevo modelo de acumulación capitalista con
la dictadura de Fujimori en nuestro país y desde entonces la expansión de la
explotación de los recursos naturales se profundizan y con ello se da un programa de ajuste estructural que reconoce
una serie de privilegios que gozan las trasnacionales, como la estabilidad
tributaria de la que goza Xstrata tintaya y contratos de estabilidad jurídica
estos beneficios provocaron en el corto plazo lo que muchos llamaron el “Boom
Minero” y la reformas que se dieron han generado una flexibilización de las
protecciones jurídicas de las propiedades comunales, flexibilizaron los
controles medio ambientales y sociales.
La
imposición del neoliberalismo combinado con los favorables precios en la década
de los 90s de los metales a nivel mundial, la flexibilización laboral (súper
explotación de los trabajadores), el ofrecimiento de recursos estratégicos a
precios baratos, la destrucción de muchos sindicatos mineros y solo para tener
referencia entre el año de 1989 y 1993 fueron despedidos 23,000 trabajadores
contratados y 10,000 eventuales. Esta situación planteó un escenario favorable
para que las transnacionales desplacen capitales a nuestro país tanto así que
las concesiones mineras del año de 1991 se incrementaron de 2,26 millones de
hectáreas a 15 millones de hectáreas en 1997 y la voracidad de las
transnacionales se profundiza, en el marco de la división internacional del
trabajo, ya que el Perú es un país exportador de materias primas y en una
situación mundial de crisis del capitalismo y de pérdidas fuertes de la tasa de ganancias de la burguesía
mundial, en este contexto cuestionar sus intereses de la patronal será una
lucha a muerte.
Los
gobiernos posteriores han cerrado filas por la consolidación de este modelo económico extractivista así, por ejemplo, el
Gobierno del APRA, que aprobó una serie de decretos que facilitaron la
privatización de las propiedades comunales a las transnacionales mineras. El
gobierno actual de Ollanta Humala se ha convertido en el nuevo verdugo de los
trabajadores y de las comunidades campesinas, el continuismo neoliberal
continua con Humala y su política apunta a profundizar el papel semi-colonial
de nuestro país. Una muestra, para tener en cuenta, es que la privatización de
las propiedades comunales avanzó de 5,680 comunidades reconocidas y con títulos
de propiedad a 3,326 comunidades se encuentran ocupadas por concesiones
mineras.
El
avance de la privatización de las propiedades comunales ha provocado que el
principal sujeto social de las luchas se han los campesinos e indígenas, así lo reconoce la
defensoría del pueblo al afirmar que el 70% de los conflictos sociales actuales
son provocados por la contaminación medio ambiental; destrucción de ríos,
esterilización de tierras, malformación de animales lo que da pie a agitar la
consigna errada de No a la Minería,
mientras que, por otro lado, hay un sector que agita la consigna ilusa de Minería
Responsable bajo control de los inversionistas (las transnacionales), esta
consigna es una pamplina demagógica que los liberales y reformistas de
izquierda usan para hacernos creer que
bajo el capitalismo es posible ello. Estas
medidas son inútiles si no se
nacionaliza nuestros recursos
naturales sin indemnización alguna a las transnacionales por todo los años de
saqueo y robo, una nacionalización que garantice la industrialización de
nuestro país, la explotación responsable de la minería, reducir la
contaminación ambiental de manera proporcional atreves de un reordenamiento
territorial, usando tecnología ecológica y reinvertir las ganancias en la
construcción de represas hídricas para dotar de agua potable a las comunidades,
suministros de agua para garantizar el riego de la tierra, electrificación, construcción
de colegios, hospitales, salarios dignos
para la clase trabajadora, incremento de presupuesto a la educación pública.
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