lunes, 17 de diciembre de 2012

Tahrir ruge contra el nuevo Faraón



EGIPTO
Escrito por Ronald León Núñez

En las últimas semanas asistimos a imágenes de cientos de miles de egipcios ocupando nuevamente la emblemática Plaza Tahrir en El Cairo, realizando imponentes manifestaciones en casi todo el país, enfrentándose a pedradas con la policía en las calles y trasponiendo en la capital un impresionante cerco militar compuesto de alambres de púas, tanques y soldados de élite -pertenecientes a la Guardia Republicana- para llegar hasta las puertas del mismísimo palacio presidencial y rodearlo.

Al ver estas escenas se podría pensar que son las mismas de aquella gesta revolucionaria de 17 días y 800 mártires que derrocó al dictador Mubarak el 11 de febrero de 2011. Incluso la consigna más coreada en Tahrir es la idéntica de hace casi dos años: “!El pueblo quiere la caída del régimen!”.

La diferencia es que ahora la clase trabajadora y el pueblo egipcios ya no la gritan contra Mubarak, el odiado dictador entreguista que tumbaron con su lucha revolucionaria, sino contra el presidente Mohamed Morsi y el actual gobierno de la Hermandad Musulmana.

El pacto entre la Hermandad y los militares
Esto es así porque las masas egipcias enfrentan a un régimen político bonapartista y represivo que, aunque sin Mubarak, se mantuvo en lo esencial debido a que la Hermandad Musulmana pactó con la cúpula militar su llegada a la presidencia a cambio de no cuestionar su inmenso poder económico y político.

En este marco, este nuevo estallido popular comenzó cuando Morsi, fortalecido por su destacado papel en la negociación del cese al fuego entre Israel y Hamás, emitió un decreto con rango de “declaración constitucional” que consumaba una concentración casi total de poderes, estableciendo que ninguna decisión presidencial podía ser cuestionada en ninguna instancia judicial. Es preciso tener en cuenta que Morsi ya concentra en su persona el poder ejecutivo y legislativo, después de que la anterior Junta Militar disolvió el Parlamento en junio pasado.

Pero Morsi fue por más. Al poco tiempo de este decretazo anunció que el proyecto de Constitución que la Asamblea Constituyente –compuesta netamente por miembros islamistas– estaba terminado y convocó a un referéndum relámpago para los días 15 y 22 de diciembre con la intención de aprobarlo. 

El borrador de Constitución que Morsi y la Hermandad defienden -con el apoyo de los sectores islamistas más fundamentalistas, conocidos como salafistas-, tiene un carácter claramente bonapartista y represivo, anti obrero y anti huelgas. También atenta contra los derechos de las mujeres y las minorías religiosas, pues se basa en la sharía o ley islámica[1]. El elemento central de este proyecto constitucional es que está hecho a gusto y paladar de la cúpula militar, pues mantiene intactos los enormes poderes y privilegios de las fuerzas armadas en la economía y la política egipcia.

Sin dudas este borrador de Constitución es un perfeccionado instrumento para derrotar a la revolución y mantener el régimen bonapartista, sustentado en el pacto de la Hermandad y los militares con el apoyo del imperialismo norteamericano. Aquí es necesario subrayar que la actual arremetida bonapartista del gobierno y régimen egipcios cuenta con la anuencia de Washington, que deliberadamente utiliza a Morsi como elemento de estabilización de la región, como quedó claro en la última agresión sionista a Gaza.

Por todo esto, no es casual que la alta jerarquía de las fuerzas armadas no se haya pronunciado en contra del decretazo y de este proyecto constitucional. La cuestión es que Morsi siempre ha respetado escrupulosamente sus intereses vitales. En sus cinco meses de gobierno, el presidente islámico ha hecho todo lo posible para mantener buenas relaciones con la cúpula militar.

El presidente islamista les garantiza a los generales tres cuestiones que les son fundamentales: a) el mantenimiento de su plena autonomía y discrecionalidad; b) la inmunidad de la Junta Militar por los crímenes y abusos cometidos durante la dictadura hasta la asunción de Morsi; c) la salvaguarda de sus numerosas empresas y propiedades –se estima que la cúpula militar controla no menos del 30% de la economía del país– y el mantenimiento de la alianza con Estados Unidos, que financia directamente a las fuerzas armadas con más de 1.300 millones de dólares anuales, situación que las transforma en el ejército que más subvenciones recibe del imperialismo después del israelí.

Hasta ahora todo esto fue respetado y protegido. De hecho, el borrador constitucional obliga a que el ministro de Defensa sea siempre un militar y otorga a un órgano militar, no al Parlamento, la potestad de elaborar el presupuesto del Ministerio de Defensa, tal como era en tiempos de Mubarak. También mantienen los terroríficos Tribunales Militares para juzgar civiles (activistas sociales y opositores en general) y no niega todo tipo de tortura. En estos días, el propio Morsi autorizó al ejército a detener a cualquier manifestante que lo enfrentaba en las calles.

Los ataques a la libertad de organización y de huelga
La Federación Egipcia de Sindicatos Independientes (EFITU) emitió un comunicado denunciando el decretazo de Morsi y su proyecto constitucional. Sobre lo primero, esta Federación cuestiona: “¿Cómo puede el presidente promulgar leyes, y trabajar para su aplicación, sin que ninguno de nosotros tenga derecho de acudir a los tribunales para impugnarlas? ¿Y si se emite un decreto que prohíba todos los sindicatos que se han creado desde la revolución? ¿Nadie podrá oponerse a ella?”.

Refiriéndose al proyecto de Constitución, específicamente a lo relacionado con los derechos de la clase obrera y su libertad de organización, denuncian: “(…) todos los proyectos que han surgido de la Asamblea Constituyente han sido completamente vaciados de los derechos de los trabajadores, campesinos, pescadores, trabajadores en puestos de trabajo informales. Los artículos que mencionan los trabajadores y la justicia social no comprometen a nadie para su aplicación real, ni al gobierno ni a los patronos. Al mismo tiempo, los proyectos protegen los intereses de los dueños de las fábricas y los directores de las empresas: en la actualidad nos encontramos con patronos que se niegan a pagar los salarios de los trabajadores y los despiden, o dan órdenes de cerrar la fábrica y echar a los trabajadores, incluso cuando han gozado de privilegios y exenciones fiscales. Incluso han obtenido préstamos bancarios y nunca los han devuelto (…)”.
En otra parte de su pronunciamiento, este sector de sindicatos egipcios también se oponen al discurso que realizó Morsi el día 23 de noviembre, en el cual amenazó con que “iba a usar la ley contra la interrupción de la producción o el bloqueo de carreteras, o prohibir por ley las huelgas y sentadas”, además de anunciar la entrada en vigencia de una ley[2] que autoriza al presidente a intervenir los sindicatos, pudiendo incluso reemplazar a los dirigentes actuales.

Estos ataques de Morsi, como parte de una ofensiva bonapartista de conjunto, son una clara respuesta a un creciente accionar obrero en el escenario político egipcio que viene de antes de la caída de Mubarak. Sectores de la clase obrera, como los trabajadores de la fábrica de Mahalla, la más grande dentro de la rama textil, fueron parte de la vanguardia que derrocó al antiguo dictador. Desde que éste cayó, realizaron una serie de luchas y hasta huelgas. En estos días, como continuación de esta lucha, protagonizaron una importante marcha contra las medidas reaccionarias de Morsi.

Esto se da en el marco de que está en curso un rico proceso de reorganización en el movimiento obrero en Egipto, con la fundación de nuevos sindicatos o federaciones. El gobierno de la Hermandad, aliado a los militares, se juega a liquidar este proceso coartando todas las libertades y brechas democráticas que fueron conquistadas con la caída de Mubarak.

Pero aún están lejos de alcanzar este objetivo. La fuerza de las movilizaciones y la entrada en escena de un sector de la clase obrera han obtenido un primer triunfo: Morsi se vio obligado a retirar su decretazo.

!Derrotar a la Constitución de Morsi y los militares!
Sin embargo, Morsi no renunció a su propuesta de Constitución ni al referéndum. Es clara su intención de desviar la lucha al terreno que más favorece a la Hermandad para desviar el proceso revolucionario y “legitimar” su proyecto político bonapartista y represivo: el campo electoral.

Frente a todo este proceso, la oposición burguesa a la Hermandad se agrupó en lo que dieron a llamar el Frente de Salvación Nacional. Este es un frente amplio que abarca a una serie de partidos que se dicen “laicos y liberales” y hasta exponentes del antiguo gobierno de Mubarak. Está liderado por Mohamed el Baradei y el antiguo canciller de Mubarak y ex secretario general de la Liga Árabe, Amro Musa. Pero también está otros personajes, como Hamdin Sabahi, un nacionalista burgués que se presenta como nasserista y que tiene un peso importante en el mundo sindical y algunas agrupaciones juveniles; no por casualidad fue el tercer candidato más votado en las últimas elecciones. En este frente amplio opositor también entraron muchas organizaciones de jóvenes que estuvieron en las plazas desde el comienzo de la revolución, como el conocido Movimiento 6 de Abril.

El frente opositor decidió llamar a votar por el “NO” en el referéndum constitucional.  Estamos completamente en contra de este proyecto constitucional y creemos que la lucha contra el gobierno de la Hermandad y el régimen bonapartista pasa en lo inmediato por derrotar ese proyecto de Constitución que legaliza y legitima el poder de los militares y reafirma todas las ataduras del país al imperialismo.

El combate contra la ofensiva bonapartista se da ahora en las calles y también en el terreno del referéndum. Por eso, manteniendo la más absoluta independencia de clase, sostenemos que es necesario que las organizaciones sindicales y la izquierda apliquen una política de amplia unidad de acción con todos los sectores, incluso burgueses, que estén dispuestos a enfrentar el régimen y la Constitución que lo consolida. Por dentro de este amplio frente contra Morsi y los militares es que debemos combatir a las direcciones burguesas y dar la batalla imprescindible por construir una dirección revolucionaria, pues la actual dirección de el Baradei, Musa, etc., por limitaciones de clase insalvables, es y será incapaz de conducir la lucha hasta el final, como lo demuestra su abertura a negociar tal o cual cuestión sobre el texto constitucional y hasta sobre el mecanismo específico del referéndum con el régimen para desmovilizar todo el proceso.

Al terminar este artículo se ha realizado la primera ronda del referéndum y datos oficiosos dan un triunfo parcial del “SI”, con 57% contra 43% del “NO”. Sin embargo, en el marco de una jornada electoral militarizada con más 120.000 soldados, la nota destacada es el triunfo del “NO” en varias ciudades con importante peso urbano y obrero, como la propia capital, donde el rechazo al borrador de la Hermandad triunfó con 57% de las papeletas. En la segunda ronda, a realizarse el 22 de diciembre, votarán las ciudades rurales del interior, donde los islamistas tienen un peso mucho mayor. De todas formas, aún en la hipótesis de que el proyecto constitucional del régimen sea aprobado en las urnas –que es lo más probable-, se estaría lejos de lograr la legitimidad que pretendía la Hermandad y los militares, dado que hasta ahora existió sólo 33% de participación y existen numerosas denuncias de irregularidades durante los comicios.

La revolución está viva y avanzando
Estas imponentes movilizaciones son una demostración incontestable de que la revolución egipcia no está cerrada ni mucho menos derrotada. Todo lo contrario, continúa viva la llama de la lucha de las masas explotadas y oprimidas, que en estos casi dos años de haber derrocado Mubarak no han visto mejorar sus condiciones de vida ni satisfecho sus aspiraciones democráticas.

Lo más positivo y alentador es que esta nueva ola de movilizaciones revolucionarias se enfrenta directamente contra el gobierno de la Hermandad Musulmana, el partido burgués más fuerte y mejor organizado del país. Esta organización política de 84 años siempre tuvo un fuerte prestigio entre amplios sectores de las masas, incluso a pesar de haber sido uno de los sostenes de Mubarak y de sustentar actualmente su gobierno en un pacto con la cúpula militar asesina.

El crecimiento de la decepción y la oposición popular a la Hermandad tiene que ver con una experiencia directa que las masas están haciendo con su gobierno. El desgaste de la Hermandad es mucho más rápido de lo que se esperaba. Después de asumir el poder hace menos de medio año con alta aprobación popular, ahora vemos a sectores de masas comparando a Morsi con Mubarak o con un faraón moderno y exigiendo en las calles “!Morsi, Morsi, renuncia!”. Esta comparación de Morsi con Mubarak hasta hace poco tiempo era impensable. Ahora es un hecho. En diferentes puntos del país, miles de personas han invadido e incendiado alrededor de 40 locales de la Hermandad.

Esto tiene que ver con que, sumado al hecho de que está más claro que la Hermandad se encuentra en el mismo tren autoritario que los militares, Morsi tiene que aplicar  planes económicos que golpean con dureza el maltrecho nivel de vida del pueblo egipcio. En medio de esta retomada del ascenso obrero y popular, Morsi tuvo que dar marcha atrás –después de haberlo anunciado– de un plan de aumento de impuestos de hasta 50% a productos de primera necesidad, como parte de todo un paquete que el FMI le exige para efectivizar un préstamo de 4.800 millones de dólares.

La principal tarea en este momento es completar el proceso que tuvo como primer triunfo el derrocamiento de Mubarak y avanzar hasta la destrucción total del régimen dictatorial controlado por la cúpula de las fuerzas armadas y sustentado por el imperialismo. Esto también implica, por supuesto, la lucha más decidida contra el gobierno de la Hermandad, uno de los garantes de este régimen.

Destruir el régimen bonapartista egipcio -que ahora gobierna con cara islámica- y conquistar libertades democráticas amplias es una tarea fundamental para que la revolución pueda avanzar hacia un gobierno obrero, campesino y popular que comience la construcción del socialismo en Egipto y la región.

En este sentido, es urgente profundizar la movilización popular exigiendo la convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente libre y soberana. Esta lucha será inevitablemente  contra el gobierno de Morsi y de toda la cúpula militar que controla las riendas del poder político y la economía.

Por eso, las movilizaciones por cuestiones democráticas y económicas deben estar colocadas en el perspectiva de derrumbar al gobierno de la Hermandad y el régimen militar y por la inmediata instauración de un gobierno obrero y popular sustentado en las organizaciones sindicales y sociales. Sólo un gobierno con estas características podrá convocar a una Asamblea Constituyente realmente libre y soberana, que refunde el país sobre la base de los intereses obreros y del pueblo, comenzando con la ruptura completa de todos los pactos políticos y económicos que sujetan Egipto con el imperialismo yanqui y con el Estado nazi-sionista de Israel. Sólo un gobierno obrero y de los explotados podrá castigar todos los crímenes de Mubarak y los militares, además de confiscarles todas sus propiedades y enormes fortunas para colocarlas al servicio del pueblo.

La resolución de estas tareas (destrucción del régimen bonapartista, ruptura con el imperialismo y avance hacia la expropiación de los capitalistas) están colocadas en la realidad. La revolución que sacude al norte de África y Medio Oriente, con la reanimación de la lucha palestina, la acentuación de las luchas obreras en Túnez y el comienzo de luchas masivas en Jordania y con el régimen de Al Assad cada vez más aislado por la revolución y la guerra civil en Siria, nos dan motivos para ser optimistas en el triunfo definitivo de la revolución egipcia y en toda la región.

Fuente: LIT CI

domingo, 18 de noviembre de 2012

¡No a la matanza sionista en Gaza!

Escrito por SI de la LIT-CI   
Sábado 17 de Noviembre de 2012 01:04
Gaza está sobre ataque sionista. Cuando escribimos estas líneas, la suma de muertos palestinos llega a 27 –de los cuales 7 son niños- y la de heridos a más de 253, en su mayoría civiles y contándose entre ellos otros 62 niños.
La agresión israelí está enmarcada en la denominada Operación Pilar Defensivo, que se inició a partir del lanzamiento de cohetes por grupos palestinos, aparentemente ligados a la Yihad Islámica, que detonaron en territorio israelí. Esta operación, según el primer ministro sionista Benjamín Netanyahu, tiene el objetivo de “destruir los arsenales y eliminar a los líderes de Hamás”. Atendiendo esta finalidad, el ejército israelí atacó hasta el momento unos 600 blancos en Gaza a través de bombardeos aéreos, artillería pesada y misiles tierra-aire que están causando estragos entre la población palestina, que se refugia como puede en sus casas. Israel cínicamente dice que ataca “objetivos militares”, cuando en verdad se trata de casas, escuelas, edificios públicos y calles transitadas. La realidad es que Gaza está ardiendo y las bombas israelíes caen sin parar por toda la Franja.
La situación se agravó cuando el ejército israelí mató a Ahmed Yabari, una figura política reconocida y jefe militar de Hamás. Telaviv reivindicó esta acción como una “operación quirúrgica” realizada con apoyo de la inteligencia para liquidar “la cadena de mando del liderazgo de Hamás, así como su infraestructura terrorista”. Este es otro asesinato selectivo de miembros de la resistencia palestina, como fueron otros cientos de casos en donde los nazi-sionistas matan o encarcelan activistas palestinos a fin de descabezar la resistencia.
El sionismo prepara una invasión terrestre
Existen fuertes elementos que apuntan a que Israel no se detendrá en los bombardeos masivos y está preparando una invasión terrestre. Ehud Barak, ministro de Defensa israelí, ordenó la movilización de más de 75.000 reservistas para hacer “que los palestinos paguen el precio” de sus ataques. Esto tendría consecuencias similares o peores que la última incursión terrestre, la conocida Operación Plomo Fundido en 2008, donde el sionismo mató a 1.300 personas y dejó miles de heridos, además de destruir el 15% de las viviendas. Una invasión militar sólo acrecentaría la masacre del pueblo palestino, pero sería coherente con la política de exterminio masivo de este pueblo que ejecuta el estado nazi-sionista de Israel desde 1948.
El pueblo palestino resiste con heroísmo

Por su parte, el pueblo palestino resiste, a pesar de la inmensa superioridad militar del agresor. Hamás, presionado por la ira y la resistencia popular, declaró que “Israel ha abierto las puertas del infierno” y está respondiendo los ataques lanzando, hasta ahora, más de 550 cohetes contra ciudades israelíes. Por primera vez desde la guerra del Golfo de 1991 sonaron las sirenas antiaéreas en Jerusalén. En efecto, tres de sus cohetes Fajr-5 han impactado en la colonia de Gush Etzion, al suroeste de Jerusalén. Esta es la primera vez que un misil impacta “la ciudad santa” desde 1970 y el pueblo palestino lo celebró con justo júbilo. Y más. La resistencia palestina declaró también que sus milicianos derribaron en Gaza un avión F-16 israelí con otro misil tierra-aire.

Esto se da a pesar de la superioridad militar de Israel, que a través de su sistema antiaéreo Iron Dome, ha interceptado 192 cohetes lanzados desde Gaza.
Obama apoya incondicionalmente a Israel
El imperialismo norteamericano, como no se podía esperar otra cosa, se colocó completamente del lado de su enclave militar en Medio Oriente. Desde Washington, el gobierno de Obama sostuvo categóricamente que Israel tiene “derecho a defenderse”. “Condenamos rotundamente el aluvión de cohetes desde Gaza al sur de Israel”, declaró el Departamento de Estado norteamericano. Esta es la forma en que el imperialismo avaló siempre la usurpación de los territorios y el asesinato sistemático del pueblo palestino a manos del sionismo.
El papel de Morsi y la Hermandad Musulmana

En medio de este conflicto, Morsi, presidente de Egipto, intenta equilibrarse en la cuerda floja. Por un lado, pretende presentarse como un defensor de la causa palestina haciendo discursos donde dicen que “Los israelíes deben entender que esta agresión es inaceptable, y que podría llevar la inestabilidad a toda la región”, abriendo de forma temporal la frontera con Gaza en el Paso de Rafah para atender heridos y mandando a su primer ministro, Hisham Kandil, a visitar la Franja. También ha retirado su embajador de Telaviv y ha llamado a consulta al diplomático israelí residente en El Cairo.
La Hermandad Musulmana, de la cual Hamás se considera su “brazo palestino”, también ha convocado a manifestaciones en la capital egipcia y declaró que “el gobierno no puede hacer menos que cortar todas las relaciones con el ente sionista, ya que el Estado egipcio necesita ejercer de modelo para los árabes y los musulmanes”.
Morsi se ve obligado a tomar estas acciones, que tienen mucho más de golpe de efecto que de medidas efectivas, para no quemarse con el pueblo egipcio y con las masas árabes de conjunto, que históricamente apoyan la causa palestina y condenan la existencia de Israel. De hecho, en varios países árabes como Irán, Paquistán y Turquía, se dieron multitudinarias manifestaciones condenando los ataques sionistas.
Es preciso exigir a Morsi que rompa relaciones diplomáticas y comerciales con Israel y EE.UU, comenzando por anular el tratado de paz con el enclave sionista firmado en 1979.
La traición de Abbas y Al Fatah
Por su parte, Mahmud Abbas, el presidente de la Administración Nacional Palestina y líder de Al Fatah, en medio de los ataques de Israel se limitó a exigir un “alto al fuego” y pedir “reuniones de urgencia” a la Liga Árabe y el Consejo de Seguridad de la ONU. No es posible esperar más de esa dirección tan títere de Israel como de los EE.UU y que en más de una ocasión ha traicionado abiertamente las reivindicaciones históricas del pueblo palestino.
¡Por la defensa de Gaza y el apoyo incondicional a la resistencia palestina!
Desde la LIT-CI condenamos este ataque de Israel y nos colocamos de forma incondicional al lado de la resistencia palestina y por la defensa de Gaza. En este sentido, es necesario impulsar la más amplia movilización y solidaridad internacional, comenzando por los países del mundo árabe, para exigir el fin inmediato de los bombardeos, el levantamiento total del bloqueo a la Franja y la apertura de los puestos fronterizos.
Es fundamental que todas las organizaciones sociales, de derechos humanos y de la izquierda se pronuncien contra los ataques sionistas e iniciemos una campaña de apoyo a Gaza y a la resistencia palestina.
Debemos exigir a los gobiernos de todo el mundo, sobre todo a los de Medio Oriente, que rompan relaciones diplomáticas y comerciales con el régimen nazi sionista de Israel, así como el envío de armas y cualquier tipo de ayuda material a la resistencia palestina que enfrenta los ataques de Israel.
La barbarie israelí en la franja de Gaza ha demostrado que no puede existir paz en Medio Oriente ni derechos para el pueblo palestino mientras exista el Estado de Israel. De ahí la necesidad urgente de mantener y fortalecer la campaña permanente de boicot contra Israel, en la perspectiva de la destrucción del ese enclave militar del imperialismo.
Todo esto en el marco de que la única manera de defender realmente los derechos del pueblo palestino es luchar por la destrucción del Estado de Israel y la construcción de un Estado Palestino laico, democrático y no racista, en todo el territorio histórico de Palestina.
Secretariado Internacional
16 de noviembre de 2012

viernes, 9 de noviembre de 2012

El MOVADEF y el gobierno.

Desde que los conflictos sociales le estallaron al gobierno “nacionalista”, este utilizó el recurso más fácil: la represión y las balas, apoyándose en el inconstitucional Decreto Ley 1095 que faculta el uso de armas de fuego contra manifestantes. Esto hace pensar que con Ollanta Humala se asoma peligrosamente una regresión histórica, semejantes a tiranías militares que surcaron la historia del país en el pasado.
Ollanta en el corto tiempo de su mandato cuenta con 17 muertos hasta la fecha y ocupa el primer lugar comparado con otros gobiernos al inicio de un mandato en cobrar la vida de 18 muertos. Humala Tasso es un oscuro personaje militar, sin brillo propio, que logró auparse al poder político mediante engaños y falsas promesas. Ahora presentó un proyecto que pretende impedir o prohibir que se hable sobre nuestra historia político-social reciente y amenaza con la prisión (8 años) a quienes se atrevan a hacerlo. Este proyecto de ley se llama del “negacionismo” y apunta en el fondo a reprimir a todo aquel que se atreva a insinuar o hablar de una verdadera transformación social o lucha de clases.
¿Cuál es el alcance de la ley del negacionismo?
Al amparo de la ley del “negacionismo” se quiere escribir la historia del país como si fuera un manual militar donde las acciones de los grupos alzados en armas son simplemente vulgares acciones de delincuentes terroristas y punto. En ese marco  el papel de las fuerzas armadas y policiales se pretende presentar como sacrificadas y heroicas, defensoras de la paz y de la nación, nada más falso.
¿Por qué el temor de la historia?
Oponerse a la falsificación de los hechos pasados, y rescatar la memoria histórica del pueblo, es una forma de luchar contra la opresión y el imperialismo. Rescatar la historia social y confrontarla a la historiografía de los cuarteles, se inscribe también en la lucha de clases y en los combates por el socialismo. El conflicto armado en nuestro país, fue un doloroso capítulo de nuestra historia que implicó la vida de decenas de miles de peruanos. Esta es una verdad incontestable, que ni el “capitán Carlos”, ni las fuerzas armadas podrán borrar de la memoria de los peruanos.
El Movadef y su pedido de “Amnistía General”
El neosenderismo legalizado, que reclama aministía general, se ha adaptado y ajusta perfectamente a la actual estructura política del poder en el Perú aunque tiene su propia agenda: la excarcelación de Abimael Guzmán. Su política es vulgarmente oportunista. En las últimas elecciones generales señalaban que Ollanta Humala era una salida “nacionalista y de izquierda” a los problemas del país.
Si bien El Movimiento Por la Amnistia y los Derechos Fundamentales ( MOVADEF )se reclama del maoísmo, su actividad principal es hoy por hoy legalista. Surgió de los escombros de lo que fue Sendero Luminoso, a partir de la capitulación de toda la plana mayor de la cúpula de Sendero Luminoso. Desde entonces no tiene perspectiva como organización política, salvo convertirse en partido reformista y electorero aunque con discurso radical y fraseología revolucionaria, muy conveniente y atractivo para sus seguidores.
Ideológicamente el discurso del Movadef  es básicamente el mismo que planteaba Sendero: el “marxismo, leninismo, maoísmo, pensamiento Gonzalo”. El pequeño detalle es que Abimael Guzmán o “pensamiento Gonzalo”,  traicionó su propia lucha y capituló. De puño y letra, pidió un acuerdo de “paz y reconciliación”. El Movadef sigue esta línea, se desdice sobre la “guerra popular” señalando que “esa guerra nunca debió ocurrir”. Una traición total a sus propios postulados.
Para este grupo, como para Abimael, hoy “no corresponde la lucha armada sino la lucha política”, pues como su líder máximo está preso, buscan su libertad, por ello su salida es la amnistía general para civiles, policías y militares. Ironías de la historia, esta política los coloca de espaldas a los postulados iniciales de SL y de su propio “presidente Gonzalo”, los coloca de espaldas ante sus combatientes muertos, asesinados y desaparecidos que perdieron la vida en la aventura de la “guerra popular” y los coloca al lado de corruptos y asesinos, por eso apoyan el indulto a Fujimori. Es decir, La amnistía que predica el Movadef es una escandalosa traición política de sus propios postulados. De modo que nada bueno se puede esperar de esta agrupación, salvo más acomodos, reacomodos y futuras traiciones o capitulaciones. No se puede construir justicia si se fomenta la impunidad. Ni al Movadef ni al gobierno, ni a la oposición reaccionaria les importa esto.

Conflicto en la Parada




 
Foto de: http://arellanojuan.com

El pasado jueves 25 de octubre, luego que la Policía Nacional iniciara un operativo para hacer cumplir Ordenanzas impidiendo el ingreso de camiones mayoristas a la zona de La Parada, fueron ferozmente atacados por bandas de delincuentes contratados provocando un saldo de 4 muertes.
Fue grave lo de La Parada es cierto, hubieron muchos muertos y heridos. Y ahora qué. ¿Que de los estibadores? ¿de los micro comerciantes de la parada ?, ¿Qué de los niños mujeres y ancianos que habían sus pequeños trabajos para sobrevivir en este gran mercado?. ¿Acaso creen Uds que En Santa Anita todos podrán trabajar? ¿Cuánto cuesta un puesto en Santa Anita? Lo cierto es que el cierre del mercado mayorista de La Parada se de dentro de una lógica excluyente.
Muchas actividades disímiles en La parada estaban imbricadas, mezcladas y actuaban interconexas. En esta zona desarrollaban sus actividades miles de trabajadores y en medio de ello estaban el caos callejero, el pandillaje, las mafias y la delincuencia. Sin embargo, no se puede resumir lo ocurrido en La Parada como un simple asunto de delincuentes.
Rechazamos la campaña de desprestigio contra los trabajadores de La Parada confundidos interesadamente con la delincuencia. Hay alrededor de 3000 estibadores que se quedaron sin trabajo. Del mismo modo miles de amas de casa y pobladores que viven en los alrededores que hacías sus compras allí.
¿Hay delincuencia y crimen organizados en esos extramuros de la ciudad? Si. Pero también hay trabajo esforzado, heroico y sacrificado de miles de personas que carecen de oficio pero que tienen familias que mantener y por las que están dispuestas a entregar la vida si fuera necesario. Se trata, muchas veces, de pobladores que habitan en las zonas marginales de la ciudad porque nunca pudieron ingresar a ella sino apenas como visitantes indeseados e inoportunos, por su triple condición de provincianos, migrantes y pobres.
Lo más corrompido de la clase política peruana está feliz. Esos políticos y periodistas de los grandes medios que levantan el dedo acusador y justifican la muerte revelan un envilecimiento político y social. Para estos y la policía el operativo fue un éxito: 4 muertos, 200 heridos y más de 120 detenidos. ¡Vaya éxito!
Casi todo el país sabía del desorden, basura, enfermedad, delincuencia y problemas de transporte que ha generado en décadas el mercado mayorista de La Parada. Una informalidad que vive casi pegada a la delincuencia y la degradación social, manteniéndose esta situación negativa por décadas.
Estudios económicos desde hace más de dos décadas habían identificado el problema de la comercialización mayorista de alimentos en Lima como uno de los principales problemas, que terminaba afectando a los más pobres.